Desde que era pequeña, tuve claro que mi camino estaba relacionado con entender a los demás. Me fascinaba observar cómo interactuaban las personas, cómo se sentían, qué les preocupaba. Siempre me sentí cómoda ofreciendo un oído atento, resolviendo problemas y apoyando a quienes me rodeaban. Esto fue lo que me llevó a estudiar Psicología.
Durante mi adolescencia, me di cuenta de que la psicología era mucho más que una carrera; era una forma de vivir y de ver el mundo. Las asignaturas que más me llamaban la atención en el instituto eran biología y filosofía, porque me ofrecían una manera de comprender los procesos internos del ser humano, sus emociones, sus pensamientos y cómo todo eso influía en el comportamiento. Fue entonces cuando me decidí por el Grado en Psicología en la Universidad Miguel Hernández (UMH), en Elche, un lugar donde pude dar los primeros pasos en mi formación y descubrí lo que significaba realmente acompañar a las personas en su proceso de cambio.
Durante mi formación, me interesé especialmente en una investigación sobre huella digital que realicé en colaboración con diversas universidades internacionales y el cuerpo de policía. Este proyecto incluyó el uso de pruebas del polígrafo, lo que me permitió adentrarme en la intersección entre psicología forense y el análisis de las conductas en el ámbito digital, un campo de investigación que me fascinó y que sigue teniendo relevancia en el contexto actual.
Al terminar el grado, decidí especializarme en áreas que sentía que eran las que más me interesaban para entender el bienestar humano y cursé el Máster en Sexología Clínica y Terapia de Pareja en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), porque comprendí que muchas veces, las dificultades emocionales y las relaciones interpersonales están profundamente marcadas por la sexualidad y la intimidad. En este máster, aprendí a acompañar a las personas en el manejo de sus relaciones afectivas, a ayudarles a superar conflictos y a trabajar en su desarrollo emocional y sexual. Pero mi formación no terminó ahí. Decidí continuar mi desarrollo profesional y personal con el Máster en Psicología General Sanitaria en la UMH que no solo me habilitaba para emprender un camino por el ámbito clínico y sanitario sino que también me ayudaba a explorar y abarcar los grandes retos mentales que muchas personas se encuentran en su ciclo vital.
A lo largo de este máster, también realicé formaciones adicionales en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y trauma. Estos cursos profundizaron en el manejo de situaciones complejas donde la herida emocional y las dificultades de regulación son las que afectan de manera directa a la persona. Aprendí a acompañar de una manera más especializada a aquellos que atraviesan experiencias profundas de sufrimiento, enseñándoles herramientas para gestionar el dolor emocional y comenzar un proceso de sanación.
A lo largo de los años, he acompañado a muchas personas a comprender y regular sus emociones, a sanar heridas del pasado y a reconstruir su autoestima. Lo que más me motiva es ver cómo las personas logran retomar el control de su vida emocional, cómo se liberan de relaciones dañinas y aprenden a construir relaciones de pareja sanas basadas en el respeto, la comunicación y la confianza. A lo largo de este recorrido, me he dado cuenta de lo importante que es también la sexualidad en el proceso de autoconocimiento y bienestar, porque la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás es clave para nuestro equilibrio emocional.
Hoy, mi trabajo como psicóloga no se trata solo de aplicar técnicas o herramientas, sino de acompañar de manera genuina a las personas en su proceso de transformación. Estoy convencida de que la clave para una vida plena está en la comprensión de uno mismo, en la capacidad de sanar nuestras heridas emocionales y en la construcción de relaciones auténticas, tanto con nosotros mismos como con los demás.
Cada experiencia es única y me apasiona ser parte de ese proceso de crecimiento y bienestar.